Este post está en español. ¿Y eso? El español es mi primera lengua. Aguanta.
Hace muchos años, dije que iba mejorarme, trabajar en mis dificultades de la personalidad. Eso resultó en casi nada porque decidí alimentar mis rasgos narcisistas y antisociales. Esto coincidió con mi cambio de religión del budismo a la religión romana.
En ese mes (marzo) estaba pensando en mi vida. Tenía tanta mala karma que temía que iba estar atrapada en samsara para siempre. Imagínate: estar atrapada en este mundo de ilusiones permanentemente. Este mundo en el cual sobrevivimos ya es un infierno lleno de sufrimiento sin propósito. ¿Para qué quedarme aquí un minuto más?
Pues, como ya iba estar aquí para siempre, comencé una vida demoniaca. Atacando a la gente, entregándome a mi rencor, y satisfaciendo mi sadismo de cualquier manera que no era completamente ilegal.
Pues, después de todo eso: ¿siento remordimiento? Casi no. No siento mucha empatía por los demás. Pero al menos el dolor de los demás me dio un poco de alegría. Lo que siento es más decepción que derroché años de mi vida sirviendo a deseos malvados. Casi nada positivo resultó de los años de ser una pirata malévola de los mares digitales.
Lo que voy a ser es volver a servir mi Señor, el Tathagata, el Iluminado (el Buda, por supuesto). Él encontré una vía para poner fin al sufrimiento (el noble camino óctuple). Terminar el sufrimiento es lo más importante en esta vida.
En combinación con mi reafirmación de mi fe en las cuatro nobles verdades voy a seguir trabajando en mi narcisismo. Mis tendencias antisociales se ponen peor cuando mi arrogancia (mi sentimiento de tener derecho a algo, o en inglés entitlement) se provoca. Odio no tener lo que yo deseo.
Ahí el budismo me va servir porque el budismo se tratar de alejarse de deseos tóxicos.